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Historia:
Según el Calendario Cívico Escolar, cada 15 de julio se celebra el "Aniversario de la muerte del coronel Leoncio Prado". El 15 de julio de 1883, se truncó la vida de uno de los héroes más resaltantes de nuestra nacionalidad que con su arrojo y valor trató de salvar el honor del Perú.
“Huanuqueños, hijos de mi patria, sabed que las balas del enemigo no matan, que morir por la patria es vivir en la inmortalidad de la gloria”.
Leoncio Prado nació en Huánuco el 24 de agosto de 1853 e ingreso al Colegio Guadalupe de Lima a la edad de 9 años.
Hijo del profesor del Colegio de Minería de esa ciudad y que luego sería Presidente de la República Mariano Ignacio Prado en los períodos 1865-1868 y 1876-1879, y de la huanuqueña María Avelina Gutiérrez Cortés.
A los doce años, Leoncio Prado ya era cabo en el Regimiento de Lanceros de la Unión. A los trece años dejó el Colegio Guadalupe para combatir contra los españoles en la escuadra que navegó al sur de Chile y participó en el combate de Abtao, fue ascendido a Guardiamarina.
Participó en el combate del 2 de mayo de 1866 en el Callao. La Junta Calificadora del Ejército, por su actuación en el combate, le otorga la clase de Alférez de Fragata y la condecoración por la Nación a los “Defensores del Honor e Integridad de la República y Respetabilidad del Continente y Beneméritos a la Patria en Grado Heroico”.
El 16 de diciembre de 1867 partió de Lima para incorporarse a la expedición del Almirante Tucker, con la Comisión Hidrográfica que debía estudiar y explorar los ríos de la Amazonía. En Iquitos, fue incorporado al personal de la Flotilla Fluvial del Amazonas de la Marina de Guerra del Perú hasta 1868.
A los 21 años se marcha a Cuba para participar en la lucha por la independencia del país caribeño, se convierte en un soldado de la llamada guerra de los diez años.
Cuando Leoncio Prado tenía 26 años, estalla la guerra con Chile y el joven oficial regresa al Perú el 9 de agosto y el 15 del mismo mes se embarca hacia Arica, en donde se encontraba su padre el general Mariano Ignacio Prado, Presidente de la República, dirigiendo personalmente las primeras operaciones bélicas.
Actuó en la marina y luego en el ejército, formando parte de las guerrillas de Tacna. También concurrió a la batalla del Alto de la Alianza, donde muere su hermano Grocio Prado. En Tarata fue tomado prisionero y trasladado a Chile donde pasó la etapa más dolorosa de su vida, en febrero de 1882, fue puesto en libertad bajo palabra de honor de que se abstendría de seguir luchando.
A pesar de su promesa, más pudo su amor a la patria que se desangraba por lo que se fuga de Lima a Huánuco donde organiza nueve guerrillas y actúa en el ejército de Cáceres combatiendo como jefe de Estado Mayor del ejército del Centro junto a los famosos "breñeros".
El 10 de julio de 1883, la batalla de Huamachuco comienza favoreciendo a las fuerzas peruanas, sin embargo, pronto se acaban las municiones y los breñeros sufren su peor derrota. Los peruanos perdieron en la lucha más de la mitad de sus efectivos, incluidos la mayoría de sus jefes y oficiales. El General Cáceres logra huir, pero el Coronel Leoncio Prado, herido gravemente en la pierna, fue capturado pocos días después.
El Coronel chileno Alejandro Gorostiaga ordenó la ejecución de los prisioneros y heridos, porque los miembros de la resistencia peruana, que combatieron en Huamachuco, no eran militares sino "guerrilleros" que no merecían el tratamiento otorgado a combatientes regulares.
El 15 de julio de 1883, antes de su ejecución, Leoncio Prado solicitó tomar una taza de café y pidió a los soldados pidió que le tirasen a la cabeza y al corazón, dando breves instrucciones a la tropa sobre la trayectoria de sus disparos y agregó que podían hacer fuego cuando hiciera una señal con la cuchara y pegase tres golpes en el cachuchito de lata en el que había estado comiendo. El Coronel Leoncio Prado cumplió con dar las órdenes para la descarga.
Su cadáver fue sepultado en Huamachuco donde descansó hasta su traslado a la Cripta de los Héroes en el Cementerio Museo de Lima “Presbítero Matías Maestro”.

Resumen:
Leoncio Prado fue un militar peruano que participó tanto en la Guerra contra España como con la Guerra del Pacífico. Es reconocido por su participación en la Batalla de Huamachuco del 10 de julio de 1883.
Fue hijo del presidente Mariano Ignacio Prado y hermano de Manuel Prado Ugarteche, presidente del Perú en dos oportunidades en el siglo XX.
Leoncio Prado nació en Huánuco el 24 de agosto de 1853 e ingreso al Colegio Guadalupe de Lima a la edad de 9 años. A la edad de 13 años, se incorporó como guardiamarina en la fragata Apurímac, unidad que formó parte de la escuadra del capitán de navío Manuel Villar.
Participó en el Combate Naval del 2 de Mayo en el Callao, batiéndose valientemente en una nave de la escuadra peruana.
Sin embargo, Leoncio Prado es reconocido por su participación en la Batalla de Huamachuco del 10 de Julio de 1883.
En el fragor de la batalla, Leoncio Prado cae al suelo desmontado, producto de la explosión de una granada y trata de levantarse. Sus ordenanzas levantan su cuerpo, mientras el herido sólo atina a decir: “¡Mi caballo…, mi caballo…!”. Pese a sus esfuerzos, no le es posible continuar en combate debido la gravedad de su herida. Esquirlas de la granada chilena le ha astillado la pierna…. Sus ayudantes lo vuelven a montar y lentamente lo sacan del campo de batalla. Tras él sólo queda en el escenario bélico el desaliento precursor de la derrota.
Prado fue encarcelado y sospechó de su sentencia a muerte cuando el cirujano militar se negó a amputar la pierna herida. Cosechó simpatías entre los componentes del ejército enemigo y comentó la buena puntería de los cañones chilenos a la vez que alabó el valor de sus soldados.
Antes de ser fusilado, Leoncio Prado pidió una taza de café. Enseguida, cuando entraron dos soldados pidió que fuera aumentado su número para que dos le tirasen a la cabeza y dos al corazón. Al ser cumplido este pedido dio breves instrucciones a la tropa sobre la trayectoria de sus disparos y agregó que podían hacer fuego cuando hiciera una señal con la cuchara y pegase tres golpes en el cachuchito de lata en el que había estado comiendo.

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